La verdadera esencia
Cierto día un rey de una comarca
muy próspera fue a visitar al sabio del reino para hacerle una pregunta que
tenía atravesada en el corazón. El requisito era que debía llegar caminando
hasta donde él estaba como símbolo de humildad y compromiso antes que le
permitiera hacer su pregunta. Así lo hizo y salió hacia la montaña y durante
dos días de trayecto llegó a la puerta de la casa del sabio que se encontraba
leyendo antes de dar de comer a sus animales.
A qué vienes? Preguntó el sabio.
Vengo a consultarte algo que tengo atravesado en el corazón hace mucho tiempo.
Cuéntamelo, dijo el sabio, te escucho. Soy una persona próspera y de mucho
éxito y tengo muchos amigos y gente a mi
alrededor, los aldeanos de la comarca me adoran y la gente de mi palacio vive
por mí pero en mi corazón quiero saber realmente quienes me aprecian y me
estiman por lo que soy como persona y no por ser el proveedor de sus
necesidades. Ah, buena pregunta que se hace uno cuando es príncipe y todos le
rinden pleitesía, dijo el sabio. El sabio se quedó mirándolo y le dijo: estás
seguro que quieres saber la respuesta? Puedes llevarte una decepción o de
pronto una gran satisfacción. Te quieres arriesgar? El Rey respondió que estaba
dispuesto a arriesgarse, a lo que el sabio le dijo: regresa a tu palacio porque
ya se lo has pedido al Universo y él te lo ha concedido. Pronto se te mostrará
la verdad de las cosas. Así que retírate y cuando sea el momento te visitaré en
tu palacio. Camina y regresa en paz.
El Rey regresó muy tranquilo y
con el tiempo casi que olvidó la conversación con el sabio. Despúes de un largo
período llegó una gran sequía y los cultivos empezaron a decaer, el agua
escaseaba y no se cubrían las necesidades de todas las personas. Ante esta
situación la gente le empezó a echar la culpa al Rey de la situación y a
recriminarlo porque no hacía nada para ayudarlos. Ya no era la misma alabanza
por las calles hacia el Rey y al contrario, cuando él pasaba la gente se
retiraba o se escondía en sus casas, aunque algunos salían a su encuentro y a
cambio de algunas monedas le sonreían y le enviaban un beso de adoración desde el otro extremo de
la calle.
El tiempo avanzó y la situación
fue cada vez peor hasta que el Rey empezó a perder su fortuna y esto hizo que
su energía vital se fuera a menos y cayó enfermo, ya no tenía el dinero
suficiente y la sequía seguía con el alimento escaseando y los médicos se
habían retirado de su lado porque ya no veían beneficio material en estar cerca
a él, aún cuando siempre juraron que lo amarían y que permanecerían fieles a su
lado.
Al cabo de un mes estaba
totalmente solo y sin nadie a su lado, a nadie le importaba si comía, si
dormía, si seguía enfermo y ya nadie siquiera pasaba por el palacio. Pero un
día, de su séquito de esclavos que habían sido liberados se acercó una familia.
Uno de sus esclavos al que nunca miraba le tendió la mano y le dijo: señor,
quiere un pedazo de pan, está un poco duro pero le aliviara el hambre. Así lo
hizo y durante seis meses esta familia de esclavos permaneció a su lado y
compartían con él las hogazas de pan que reunían y la mujer se preocupaba por
cuidar de él porque su enfermedad avanzaba. Durante seis meses compartió con la
familia de esclavos su comida, su compañía y su abrigo. Su salud mejoró totalmente
y se aproximaba otra vez la época de lluvias y el clima mejoraba para dar paso
a la prosperidad de los cultivos. El Rey le dijo a su esclavo: me has ayudado y
eres la persona de la que nunca esperé nada, así que cuando el reino se
restablezca te nombraré mi consejero personal y enalteceré a tu familia por encima
de todos por ser honorable y de buen corazón.
Cuando el reino floreció
nuevamente el Rey volvió a asistir a banquetes, a fiestas, a reuniones y volvió
a conseguir nuevos amigos que lo enaltecían y le hacían sentir que era
importante. El esclavo y su familia permanecían a su lado y le recordaron una
vez su promesa de llevarlos a puestos de honor en el reino, a lo que el REY
contestaba: lo haré mañana porque ahora debo ir a un banquete muy importante al
que he sido invitado.
Así pasó el tiempo y el Rey olvidó
lo prometido porque ahora era nuevamente halagado por todos y por cada persona
de su reino, volvió a ser muy rico y olvidó a la familia que lo ayudó en su
momento más difícil. A partir de allí iba a todos las fiestas pero sentía que
no las disfrutaba como antes y que algo pasaba en su corazón y a pesar de que
era nuevamente muy rico entró en una profunda depresión y no sabía cómo salir
de ella. Pidió ayuda e invirtió mucho dinero pero de nada le servía, su mal
estaba en lo profundo del alma y decía: he vivido una vida vacía y he
malgastado mi tiempo valioso. Necesito que alguien me ayude a salir de este
estado pero nadie podía hacerlo, ni sabia la forma.
Un día llegó a su palacio un
médico del alma que estaba de paso y sus súbditos lo trajeron hasta él. Al
verlo el rey se quedó sorprendido: era el sabio de hace algunos años que había
ido a consultar hace tiempo. El sabio le dijo: te dije que regresaría cuando ya
supieras quien está contigo de corazón y creo que está claro que esa persona es
tu esclavo y su familia porque fueron los únicos, que aunque nunca tenías
cerca, ni compartían contigo, te agradecían en silencio por el techo que les
brindabas y el pedazo de pan que les permitías comer todos los días a él y a su
familia. Ya tuviste la respuesta pero nuevamente has olvidado y la vida te está
pidiendo a gritos por medio de tu enfermedad, que vuelvas a conectarte con tu
esencia como cuando estuviste en tu noche oscura del alma porque entonces todo
lo vivido se habrá botado en la basura. El sabio le dijo: desafortunadamente la
mayoría de los hombres solo vuelven a su esencia en las situaciones difíciles
pero cuando salen de ellas, olvidan lo aprendido. Veo que has olvidado lo
aprendido pero que has podido dar respuesta a tu pregunta y ya sabes quienes
realmente te aprecian en tu reino. Tu enfermedad es producto de la
desalineación entre lo que quiere tu mente y lo que quiere tu espíritu, así que
ahora tienes tu última oportunidad para aprender la lección y espero que no la
desaproveches. Me retiró y ahora todo depende de ti y recuerda que en los
tiempos de abundancia debes acordarte de los tiempos de escasez y de las
personas que estuvieron a tu lado. No dejes de lado este regalo precioso de la
vida porque en esta dolorosa situación que pasaste, te aseguro que has vivido
lo más honesto de tu existencia.
Diciendo esto el sabio se retiró
lamentando que el REY, aunque había conocido la verdad de su vida la había
dejado pasar de largo. El esclavo y su familia se fueron con el sabio y nunca
más se volvió a saber de él ni de ellos por el reino pero su noble labor había
sido cumplida.
En amor y servicio,
Trabajadores de la Luz.
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