martes, 29 de mayo de 2012

Pon todo tu empeño


En todas las cosas pon todo tu empeño y tu corazón

Un maestro espiritual iba con su aprendiz por el desierto. En algunas partes del mundo los maestros adoptan un aprendiz que es entregado por la familia para que se eduque con una persona iluminada y trascienda esta existencia.
Este alumno era el encargado de acompañar al Maestro y ayudarle con la alimentación y cuidado de su Camello. Debía darle comida, agua, protegerlo en la noche y estar pendiente de lo que se ofreciera para el animal. Era un trabajo sencillo pero que implicaba estar siempre presente y permanecer en el ahora. No pensar en el pasado, ni en el futuro que sino permanecer en el eterno presente.

Después de un largo día de camino el Maestro y su discípulo arribaron a un campamento sumamente cansados. El Maestro le dijo al discípulo: ten cuidado con nuestro camello y haz lo que sea necesario para que esté bien, descanse y mañana podamos seguir el camino.
El discípulo sumamente cansado hizo su Oración, miro al camello y se acostó a dormir porque estaba sumamente cansado. Sabía que debía darle de comer, de beber, limpiarlo y amarrarlo para ir a descansar con tranquilidad pero el cansancio lo venció y lo llevó a dormirse de forma inmediata.

Al otro día el Maestro, que se levantaba más temprano, no encontró al Camello. Le dijo a su discípulo: Nos han robado nuestro camello. Qué ha pasado? No ataste el Camello anoche?
El discípulo le contesta: Maestro, estaba muy cansado y me fije que estuviera en la tienda. Hice mi oración al todopoderoso pidiendo protección para todos y para el Camello y fíjate que Dios nos falló pues se han robado el Camello y yo le pedí a Dios que lo protegiera de los ladrones y de los malhechores.

El Maestro le responde: inútil, no has aprendido; confía en Dios pero ata el camello. Las manos que tiene Dios para actuar son las tuyas porque él no pertenece a este mundo y todo lo hace por intermedio tuyo. Así que has fallado porque Dios necesita tus manos, tu compromiso y tu fuerza para actuar, y tú por pereza has renunciado a ser las manos de Dios para que las cosas se den. Ten presente que tú como discípulo siempre debes hacer lo mejor que este a tu alcance, poner tu mejor esfuerzo, tu mayor iniciativa y luego pedir a Dios, porque Dios necesita tus manos para actuar y si no lo haces, Dios no puede actuar. Así que has fallado porque por tu pereza Dios no pudo actuar por medio tuyo, no pusiste el empeño, no te esforzaste, no hiciste lo debido. La Oración es poderosa pero debes poner todo de tu parte.
Pon todo de ti en lo que hagas y ahí si, encomiéndate a Dios porque tú eres el vehículo mediante el cual Dios puede actuar. Si pones todo tu esfuerzo y te encomiendas a Dios, si las cosas pasan es una bendición y debía ser así, si no pasan es una bendición y debía ser así, pero teniendo presente que pusiste siempre tu mejor esfuerzo para que el Universo haga la parte que le corresponde.

El Maestro termina diciendo: Eres un idiota porque no has aprendido que debes confiar en Dios pero atar tu camello.

Recopila: Jairo Hernán Barragán Gómez

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