En
todo momento un hombre diferente
Cuando
Buda abandonó a Yasodhara, su esposa, su hijo Rahul tenía apenas dos meses de
nacido. Buda inicio la búsqueda interior y atendió ese llamado que le decía que
existía algo muy grande para lo que estaba destinado. Buda, a diferencia de
Jesús, se casó y tuvo un hijo llamado Rahul. En su juventud Buda no
identificaba plenamente el llamado que tenía y accedió a los deseos de su padre
de casarse y tener un heredero porque su condición de príncipe lo obligaba a
esta situación. A pesar de esta situación “obligada”, Buda amaba profundamente
a su esposa Yasodhara y a su hijo, y ella lo amaba profundamente a él.
Una
mañana Buda salió a escondidas sin decir nada, sin que nadie se diera cuenta y
desapareció para siempre. Después de 12 años de ausencia y de haberse
iluminado, Buda regresó a donde su esposa Yasodhara para pedirle perdón por
haberla abandonado a ella y a su hijo Rahul. Al entrar en el palacio Buda se
presentó ante Yasodhara y ella lo miró aterrada y le dijo: Descarado, después
de 12 años de haberte ido como los ladrones, regresas a casa y pretendes que te
reciba como si nada hubiera sucedido? Buda permaneció unos minutos en silencio
observando su ira y le dijo: Mujer, he venido a pedirte perdón a ti y a mi hijo
por haberme ido. Hoy quiero que ustedes dos me perdonen por ese momento amargo
que les hice vivir.
Yasodhara
lo miraba con ojos de ira y le dijo: tu hijo Rahul tiene ya doce años y durante
toda su vida me ha preguntado por su padre, lo ha necesitado y tú no has estado
presente. Su ira seguía apareciendo a flor de piel pero Buda solamente la
observaba sin juzgarla, sin tomar partido y le repetía: Mujer, entiendo tu ira
y por eso he venido a pedir tu perdón.
Yasodhara
le seguía recriminando: yo te amaba y hubiera hecho cualquier cosa para verte
feliz, te hubiera apoyado en cualquier cosa que te naciera hacer. No tenías
porque huir a escondidas, me hubieras dicho, hubiera entendido tu necesidad
porque te amaba, pero no tenías que salir como los ladrones a escondidas. Y era
verdad: Yasodhara realmente amaba a Buda y sentía ese amor incondicional por
él, que le habría permitido en ese momento dejar que se fuera, si realmente eso
lo hacía feliz.
Yasodhara
seguía muy disgustada y para burlarse de él llamó a su hijo Rahúl y le dijo:
ven hijo, conoce a tu padre que vino a traerte tu herencia. Efectivamente
Yasodhara hablaba sarcásticamente y se estaba burlando porque Buda era un
mendigo, solo tenía su escudilla y el plato donde recibía las limosnas. Buda
hizo caso omiso de la ofensa y se acercó a su hijo y le dijo: Hijo, perdóname
por abandonarte, lo hice de una forma no adecuada y te pido perdón pero hoy
vengo a invitarte a que conozcas eso dentro del corazón que yo he conocido y
quiero entregarte lo único que tengo que es mi escudillo, y quiero que conozcas
por experiencia propia lo que estoy viviendo internamente. Rahúl sintió algo en
su cuerpo, como una corriente que lo atravesaba y seguía escuchando lo que
decía Buda: Quiero hacerte mi sanyyansin (sanyyansin es en India el discípulo
de un Maestro). Rahúl vio algo en los ojos de su padre que llamaba a su corazón
y decidió seguirlo.
Al
ver esto Yasohdara seguía insultando a Buda y burlándose de su condición a todo
momento. Después de dos horas de improperios y groserías de parte de Yasodhara
Buda le respondió: Mujer, entiendo tu ira y te he permitido que descargues toda
tu furia para que te liberes pero debes saber que de mí no vas a recibir
respuesta o juicio alguno a tus improperios. Solo quiero decirte que el hombre al
que estás insultando y al que estás enviando tus malos deseos hace mucho tiempo
dejo de existir. Luego, estás insultando al hombre equivocado y que no
corresponde, porque ese hombre de hace doce años desapareció hace mucho tiempo.
Buda
se paró al frente de Yasodhara y le dijo: mírame, soy un hombre diferente, ese
hombre con el que vivías hace tiempo se fue para dar vida a una nueva persona.
Tranquilízate y mírame mujer. Yasodhara lo miró a los ojos y efectivamente
sintió algo profundo en su corazón que le mostró que sus insultos habían sido
en vano porque el hombre al que ella le reclamaba ya no estaba allí, había
desaparecido.
Ante
ese nuevo hombre Yasodhara sintió el llamado y llorando cayó a sus pies y le
dijo: Quiero ser iniciada como tu sanyyansin, permíteme seguirte. Y así se
hizo, Yasodhara y Rahúl eran ahora conscientes de ese despertar que había
tenido Buda.
Finalmente
Buda los abrazó y les dijo: Hijo mío, Esposa mía, cada día el hombre puede
forjar un hombre nuevo diferente y dejar atrás las situaciones que le producen
dolor o apego. Es cuestión de elegir si cada día quieres avanzar más, cambiar y
ser un mejor ser humano, o definitivamente quieres quedarte estancado en el ego
y en las cosas del mundo. Es fácil escoger pero se hace necesario tener una voluntad
férrea y decidida para mantener el camino del despertar.
Y
así fueron iniciados por parte de Buda su esposa Yasodhara y su hijo Rahúl,
después de 12 años de no verlos y no estar con ellos.
Recopila:
Jairo Hernán Barragán Gómez
No hay comentarios:
Publicar un comentario